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miércoles, 3 de julio de 2019

Enfoque democrático

El sistema político democrático es la forma de gobierno más extendida en la actualidad. Pero este sistema no se alcanza o se rechaza de forma absoluta; es decir, no es que haya algunos países que sean democráticos y otros no, sino que, como todo principio, es un sistema que debe ir mejorando y reforzando sus instituciones con el tiempo. En otras palabras, más que conseguirla de forma absoluta, la democracia se va optimizando y perfeccionando poco a poco, con el objetivo de servir mejor a sus ciudadanos.

En los últimos meses hemos sido testigos de cómo se ha atentado contra el orden democrático en varios países. Por ejemplo, en Venezuela se intentó privar de sus funciones legislativas a la Asamblea Nacional; en Paraguay, se desató una serie de protestas por el intento del oficialismo de legitimar la reelección presidencial; y, en Turquía, hace apenas unos días, se realizó un referéndum para que se establezcan una serie de reformas que le dan al actual líder turco, Recep Tayyip Erdogan, facultades políticas adicionales.

Ante esta situación, es imperativo recordar por qué debemos proteger la democracia y rechazar rotundamente actos como los mencionados. Principalmente existen tres motivos, la protección y garantía de derechos fundamentales, la participación de la ciudadanía en aquellas decisiones que les competen directamente y la posibilidad de fiscalización del gobierno por parte de la oposición.

En primer lugar, debemos tener presente que toda democracia y Estado Constitucional de Derecho garantiza y protege los derechos fundamentales. Luego de las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial, las Constituciones de los países democráticos establecieron ciertos derechos, considerados fundamentales, basados en la dignidad del individuo y que funcionan como un límite al ejercicio del poder. Independientemente de la opinión religiosa o política, de la condición social o económica, e independientemente de si se pertenezca a la minoría más pequeña o la mayoría más grande, todas las personas tienen derechos fundamentales sin los cuales, se entiende, no podrían alcanzar su autorrealización. La existencia de los derechos fundamentales es la garantía que ofrecen los sistemas democráticos para que cada individuo pueda desarrollarse como mejor le parezca, ejercer su identidad sin impedimento de la sociedad o el poder político, y, finalmente, alcanzar la felicidad. Por tanto, solo las democracias pueden garantizar plenamente la vigencia de los derechos fundamentales

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